Aun conservaba el rastro de las lagrimas que habian surcado mi rostro esa mañana. no soportaba las despedidas y menos cuando se trataba de John. No nos habiamos separado en nueve años y me sentia bastane sola. Iba a enfrentarme al pasado, a todos mis recuerdos. Miraba absorta la pantalla apagada de mi movil sentada en el taxi que habia cojido en el aeropuerto, el contador subia y subia. Estaba segura de que el taxista estaria encantado conmigo, hoy haria su agosto. Habia mas de dos horas desde el aeropuerto hasta la reserva y seguro que en vez de llevarme por el camino rapido daria vueltas para asi lograr sacarme todo el dinero posible. No me importaba, necesitaba tiempo para pensar y en el viaje podria dejar que mi mente viajara entre los recuerdos que cada una de esas curvas me traia. Hacia tantos años que no volvia a casa. El taxi olia a tabaco y a oxido, no era un vehiculo muy nuevo. Los baches del camino hacian que mi cuerpo se elevase del asiento haciendo que el camino cada vez fuese mas agotador. Pero al menos el taxista no trato de comenzar una combersacion sin sentido y forzada que ninguno de los dos pareciamos dispuestos a llevar a cabo.
Al fin, a lo lejos la playa, las casas y el bosque de mi añorado hogar. Por momentos olvide el porque de mi vuelta y la emocion de volver a ver a mi familia y a los viejos amigos me embargo. Cada vez estabamos mas cerca. Baje la ventanilla y saque el brazo y la cabeza. El aire olia a salitre y pino y el viento acariciaba mi rostro. Cerre los ojos dejando que las sensaciones tan familiares se apoderasen de mis sentidos. Recorde las noches en la playa, las siestas bajo el arbol de la parte de atras de nuestra antigua casa, las escapadas nocturnas, el calido sol del verano,...
En tan solo cinco minutos ya me encontraba en medio de la reserva, con mi monedero en la mano, la maleta a los pies y despidiendome del silencioso taxista.Recordaba todas y cada una de las calles casi como la palma de mi mano. Coji la maleta y comence a caminar hacia mi antigua casa lentamente, queria admirar cada uno de los rincones. Mis pasos resonaban y la gente me miraba. Seguramente mi rostro se les haria conocido aunque ahora no supieran de que. Incluso un par me sonrrieros y me saludaron tras indicarle a sus compañeros quien era yo. Pense que nadie se acordaria de mi pero al parecer me equivocaba. A lo lejos vi el porche de la casa, donde mi hermana y yo soliamos jugar a que eramoa antiguas Quileutes y bailabamos con plumas en el pelo al rededor de nuestro hermano pequeño al que soliamo tomar como reen. Continue caminando hacia alli. La maleta me pesaba horrores y las manos comenzaron a sudarme con nerviosismo al saber que mi familia se encontraria al otro lado de la puerta. Ellos no sabian que vendria, no quise avisarles por si a ultima hora cambiaba de planes. Tome aire y tras unos segundos, toque la puerta tres veces. Estaba euforica.