Caminaba entre lo que antes eran los glamurosos pasillos del Castillo, y que ahora, habiendo perdiendo su elegancia, me traían viejos recuerdos de lo que había vivido algunos años atrás en éste preciso lugar.
Aun no podía creer lo que nos había sucedido...nuestro reinado había caído. Pero eso no era lo que me afectaba precisamente a mi, o al menos no en gran medida como lo era otro caso dentro de esta gran problemática.
Lo que me dolía de todo este caos, era que nuestra guardia nos había abandonado, aquellos en los que tanto mi esposo y mis hermanos (que éra así como yo veía a Cayo, Marco, Athenodora y en su momento a Dídima) habíamos confiado nos habían dado la espalda para ir a apoyar a los Cullen y su nuevo reinado sustentado por los Rumanos.
Yo no podía creer toda esta ruina, en verdad que yo había logrado llegar a considerar a Jane y a Alec como mis verdaderos hijos. Yo me había ocupado de criar cierta parte de su inmadurez cuando recien llegaron al castillo hasta que pasaron aquella terrible etapa de neófitos. Y cuando por fin se volvieron vampiros maduros siempre estube ahí para ellos, al igual que para todos los de la guardia. Prácticamente a todos y a cada uno de ellos les tenía consideración y aprecio.
Pero ahora no era momento para sumirme en mis viejos recuerdos, no podía dar semejante apariencia frente a mi esposo, quien no la andaba pasando de lo mejor aunque siempre se trataba de mostrar indifernte al tema y andaba en planes de recobrar lo que una vez fué nuestro, y yo estaba más que dispuesta a apoyarlo en todo lo que pudiera y darle ánimos para salir adelante.
Ahora con el regreso de Chelsea, a quien recibimos con acogimiento, había algo de esperanza, su regreso había alentado la formación de una nueva guardia con la cual ya comenzaba a llevar un buen trato pero ¿ellos lograrian a ser lo que una vez fueron los demás?...no lo creía la antigua guardia tenía una estima única y suya...los nuevos tendría su propia estima y admiración por mi parte. Nunca era bueno comparar.
Sin darme cuenta me encontraba ya muy cerca de la habitación de Athenadora, desperté de mis pensamiento y sonreí. Había quedado con ella de ir de compras poco después de que el Sol se pusiera.
Habiamos perdido el trono, seguro, pero no nuestras inversiones en la bolsa de valores y mucho menos nuestro ánimo para comenzar de nuevo.
Ella y yo teníamos mucho trabajo que hacer... ¡Remodelar el Castillo! y dejarlo de nuevo con su fascinante elegancia.